Hace años estuve en Lima, en un congreso. Al terminar mi ponencia vinieron a hablar conmigo un grupo de mujeres de aspecto muy humilde. Querían que consiguiera en España financiación para unas granjas de codornices. Cada granja daría empleo estable a diez mujeres. Tres para cuidar los animales, tres para prepararlos para la venta, tres para venderlos, y una para cuidar los niños de las otras nueve. La inversión era de ¡treinta mil pesetas! por granja. Es decir, tres mil pesetas por puesto de trabajo estable. La diferencia de eficacia del dinero en las distintas economías hace que la pobreza sea erradicable. Las opulentas sociedades desarrolladas pueden, sin graves perjuicios para a sus sistemas productivos, ayudar a que desaparezca. Por ejemplo, aplicando la Tasa Tobin o los derechos especiales de giro, como propone George Soros. A mi juicio, el problema más difícil no es el económico, sino el político. Mientras no haya un sistema democrático en los países pobres, las ayudas económicas pueden ser de poca utilidad. Los países benefactores deben presionar para la democratización de esos países. Y, además, la ayuda debe encauzarse hacia la mejora del sistema productivo y también del educativo. Los datos nos dicen que las naciones pobres que invierten en educación son las que consiguen un progreso económico más rápido y más estable
Jose Antonio Marina en el Suplemento Crónica de Elmundo
Las negritas son mías, así como los enlaces ;-)
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