Será que me educaron mal o que entendí de forma errónea un concepto en algún punto del camino, pero siempre he encontrado más que absurdo sentirse orgulloso por algo que no ha requerido esfuerzo: pertenecer al género humano, llevar gafas, habitar en la Vía Láctea, ser más alto que la media o tener el pelo rizado. Hay otras cosas, por ejemplo, acerca de las que sí puedo decir que tengo un sentimiento similar al que estamos tratando: tocar la guitarra, sacar de vez en cuando alguna fotografía que me guste especialmente, poder leer aceptablemente bien en inglés. Porque este último conjunto de cosas han requerido, al menos, un esfuerzo.
Sobre lo de haber nacido en este país, pues qué quieren que les diga: yo no hice nada, fue pura casualidad.
Se podrá estar de acuerdo o no - esa es la base de la libertad- pero es innegable su sólida argumentación.
Son este tipo de comentarios los que hacen indispensable -al menos para mí-leer diariamente a RinzeWind en su blog Las penas del agente Smith.
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