Veamos varios ejemplos:
[Individuo1] - Oye, ¿qué te parece el final de
Galáctica?
[Individuo2] - Me gustó bastante, pero yo creo que lo de
Starbuck es...
[Individuo3] - No, no sigais hablando. Aún tengo pendiente los tres últimos episodios.
Otra:
[Individuo1] - ¿Viste cómo ha mejorado
Dollhouse?
[Individuo2] - Sí, hemos tenido que esperar al capítulo sexto para saber que...
[Individuo3] - Aún no lo he visto.
O la de hoy mismo:
[Individuo1] -
¡ It's a trap ! ¡ It's a trap !Sólo uno se ríe. Obviamente los demás no habían visto
Big Bang.
Somos cinco compañeros en el trabajo. Fidelísimos seguidores de series americanas ( y algunas británicas), de la secta de
EZTV y del sagrado
TED,
Mininova que estás en los cielos. No será por falta de medios, caramba.
Pero, oigan, no somos capaces de llevar una serie "al día" todos a la vez.
Esta imposibilidad irresoluble es el efecto perverso de lo que denomino
asincronía serial: la posibilidad de separar en el tiempo la emisión de una serie en la TV y su visionado.
Esto antes no pasaba.
Cuando sólo existía la posibilidad de ver las series en las cadenas de TV, sabías que nadie se lo había perdido. Lógico, no había posibilidad de ver un capítulo perdido.
Las cosas empezaron a cambiar cuando llegó a nuestra vida la posibilidad de grabar en cintas de video. Fue el inicio del efecto asincrónico serial. No tenías porqué ver la serie cuando la emitiesen. Bastaba con dejar grabando la serie.
El acabose vino con Internet, con la posibilidad de seguir estupendas series que jamás podrías ver en España. La oferta devino infinita. Además, era el adiós definitivo a la dictadura de las cadenas de TV, de sus horarios intempestivos -¿alguien se acuerda de la experiencia de seguir en la 2 la serie
Doctor en Alaska? - y de
sus caprichos.
La asincronía es, sin duda, libertad para los televidentes.
¡
Asincronízense !